jueves, 9 de julio de 2015

Hambre del corazon.

Creo que la mayoría que estamos en el ámbito culinario vimos la película “ratatouille”y según la visión de cada quien, a unos nos gustan algunas cosas y a otros otras de la dichosa película. Para mí, hay una escena que me llama mucho la atención y tiene que ver con este escrito. Mr Ego, el crítico gastronómico en un párrafo de sus comentarios dijo lo siguiente: Anoche experimente algo nuevo, una comida extraordinaria hecha por alguien único e inesperado. Decir que ese plato y su cocinero pusieron a prueba mis preconceptos equivaldría a incurrir en una subestimación grosera, cuando lo cierto es que ambos lograron conmover lo más profundo de mi ser. Es normal que como cocineros, cada que comemos en un restaurante que no es el nuestro, siempre estamos en busca de la comida perfecta pero creo que inconscientemente, estamos buscando la comida que nos haga recordar una historia cálida con sensación, con conexión, amor o compañerismo y al probar aquel plato presentado de una manera nueva pero sus sabores lo llevaron a su pasado a través de su memoria gustativa. Comida rica + intimidad con los demás = a comida del corazón. De niños nuestras madres nos llenaron el estomago y al mismo tiempo nuestros corazones. Yo Salí de mi casa a los 16 años y muy pocas veces recuerdo que mi madre se sentara a comer a la mesa con nosotros, es mas muy pocas veces recuerdo que comiéramos todos juntos a la mesa, primero por la dinámica familiar en donde había que alimentar a los hombres temprano porque nos íbamos a la labor a realizar nuestras tareas, y a la hora de la comida, comíamos en el campo. Por la noche, en la cena, cada quien llegaba a diferente hora a dormir así que, ni pensar en cenar todos juntos. Segundo, seguramente, porque no se le daba importancia al acto de comer en grupo ni lo que ello representaba. Con el paso del tiempo, por mi profesión, por mis recuerdos y por lo que representa la comida y la cocina para mí, me he dado cuenta que la mayoría de nosotros tenemos “hambre del corazón”. Esta hambre es la nostalgia de lo que hemos comido en el pasado en festejos familiares, platos preparados por nuestra madre o algún ser querido cuando estábamos enfermos o comíamos con personas muy cercanas a nosotros. Es una realidad que muchos alimentos no eran tan importantes como la emoción del momento mismo y en mi caso, tengo recuerdos así, las misas del 15 de mayo en el rio, las tatemas de elotes, los caldos de carpa en la presa, las comidas en la labor cuando cosechábamos, era un acontecimiento comer en grupo con la gente del rancho por las bromas y cosas que se platicaban ahí, las paletas que vendía el paletero en tiempos de calor, verlo venir por el camino era emocionante! En esos casos la emoción del momento era más importante que la comida en sí. Quien no tiene recuerdos de este tipo. ¿Cuáles son los tuyos? No los olvides. Seguramente muchas nos hemos transportado de nuevo a nuestro lugar de origen (si estamos lejos de él) al probar un plato u oler un aroma. Cuando eso ocurre, saciamos el hambre del corazón. Ahora hablemos de los platos que eran más importantes que el momento en sí. Y en mi caso, mis platos favoritos de comida casera eran los que preparaba mi mama, cuando estaba enfermo, recuerdo el caldo de pollo con arroz y yerbabuena de sus macetas, los que cocinaba en ocasiones muy particulares cuando había visitas, las gordas de horno con nata que hacía en los moldes de atún o sardinas, la carpa en birria o salada y secada y frita cuando pescábamos muchas, el espinazo de cerdo con verdolagas, los nopales guisados en semana santa con tortitas de camarón seco, los tamales de elote dulces con leche recién ordeñada y el “mingorote” en las mañanas, la birria en el mercado y los tacos de cabeza en el “pueblo”. No eran platos gourmet, pero eran puro alimento para el corazón. Para cada uno de nosotros este tipo de comida es distinta porque venimos de tradiciones distintas. De lo que si estoy seguro es que muchos de nosotros llevamos ese vacío en nuestro corazón, al menos yo sí, porque jamás probare un plato preparado como lo hacia mi madre, lo más cerca que estaré de ello es que alguna de mis hermanas prepare y me invite alguno de ellos y que su sabor me transporte hasta esos momentos maravillosos de mi vida.